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viernes, 14 de agosto de 2015

ONLY EL PINGÜINO ENCUENTRA UN HUEVO

Hace tiempo, en un pequeño zoo de una gran ciudad, se desató un gran barullo lleno de emoción e inquietud. ¡Habían llegado los camiones con los nuevos animales que iban a vivir allí!

Llegaron cebras, leones, tigres e incluso pingüinos, los cuales habían ido hasta la Antártida para recogerlos.

Cada camión se dirigió al recinto requerido: el de los leones se parecía a la sabana, todo de colores marrones y árboles secos donde resguardarse del sol; las cebras se encontraban en un prado verde con un pequeño riachuelo para beber; los tigres en un recinto cerrado rodeado por un gran estanque donde refrescarse y un gran muro para no escapar.

En el caso de los pingüinos, el camión se dirigió a una sala que parecía su hogar, todo era blanco y con temperaturas muy bajas, en invierno, se abría una pequeña trampilla que comunicaba con el exterior.

Las puertas del camión se abrieron y los pingüinos quedaron amontonados al fondo del remolque. Los operarios entraron y les hicieron salir. Poco a poco, todos entraron en su nueva casa, todos pegados a su pareja menos uno, al que le empezaron a llamar Only.

Only había perdido a su compañera cuando les capturaron, ella consiguió escapar, pero él no. Se pasaba los días quieto en un rincón, comía lo justo para mantenerse en pie, hasta que empezó a habituarse a ello; era duro, pero no tenía nada que hacer.

Cuando llegó el invierno decidió dar el gran paso, dejó de esconderse de sus compañeros y decidió salir con ellos cuando la trampilla se abrió.

La luz era muy intensa, mucho más que la de la sala en la que estaban y la temperatura no era tan baja como la de la Antártida, pero se estaba bien.

Al salir, Only no sólo se dio cuenta de ésto, sino que algo llamó su atención: una pequeña bola blanquecina que se parecía a un huevo. Se acercó poco a poco, ¡un huevo, y aún estaba calentito! Miró a un lado, miró al otro en busca de la madre, pero no dio con ella, así que, poco a poco, lo empujó con el pico hasta ponerlo sobre sus pies, debajo de su barriga.

- Aquí estará calentito- pensó, y sin más empezó a andar con cuidado para no romperlo.

Todos sus compañeros le miraban y cuchicheaban a sus espaldas:

- Se ha vuelto loco- decían- ¿Qué hace con ese huevo si no tiene mujer?

Only no les hizo caso, y a la hora de dormir, entró en el recinto y se acurrucó en su esquina, apartado de los demás pingüinos y sus críticas.

Para los demás pingüinos era muy raro que uno de sus compañeros incubara un huevo sin tener pareja y sin ser suyo, pero a él le daba igual, le pareció una idea genial el adoptarlo, los dos estaban solos y así ya no lo estarían más.

Pasaban los días y Only no se apartaba ni por un segundo del huevo, tenía que mantenerlo calentito para que el pequeño pudiera romper el cascarón.

Después de 27 días el huevo se empezó a mover, ¡el bebé estaba listo para salir! Only dio un grito de alegría y todos los demás pingüinos se acercaron para ver lo que sucedía.

Poco a poco el cascarón se fue rompiendo y salió una pequeña criatura.

- ¿Qué es eso?- preguntaban todos- ¡Eso no es un pingüino!

El pequeño que salió del huevo era un gansito, a la madre se le había escapado el huevo y Only lo había adoptado.

Cuando los cuidadores se dieron cuenta intentaron separarlos, porque pensaban que un macho soltero no podría hacerse cargo de un bebé y menos de otra especie. Les resultó una misión imposible, ya que Only se enfadaba con ellos cada vez que intentaban acercarse a su pequeño: ante todo era su hijo y tenía que defenderlo.  Así que tuvieron que arreglar una sala especial para los dos, con una temperatura media, para que pudieran estar juntos.

Se sentía orgulloso por ser padre soltero, y además por haber adoptado a una criatura de otra especie que había quedado sola.

El ganso nunca se separó de su padre, y aunque era evidente que era adoptado permaneció a su lado, sin importarle lo que dijeran los otros animales del zoo: Only era su padre, el único que se había preocupado por él y que le cuidaba, y no necesitaba más.

Nunca aprendió a ser un verdadero ganso, pero no fue ningún problema, estaba en su casa y con su familia, y eso era lo único que importaba. Se sentía un pingüino más.



FIN

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