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domingo, 9 de agosto de 2015

LOCURA LITARARIA (Parte 2)

Ya lo tenía decidido, iba a emular al doctor de dicho libro, pero no pensaba saquear tumbas con sus cadáveres descompuestos. Me duché, me arreglé y salí de casa para buscar a aquéllas que se parecieran a mi amor, a mi delicada flor.

Poco a poco fui encontrando quienes encajaban con mis exigencias y las fue secuestrando y encerrando en la casa de veraneo que tenía mi amada. De una aprovecharía la cabeza, de otra el cuerpo, de otra los brazos y de la última las piernas; ya sólo me quedaba la cabeza.

Las mantenía vivas, no me interesaba matarlas nada más secuestrarlas, los cuerpos se descompondrían, y sólo con cuerpos frescos ella sería lo que un día fue.

Al final la encontré y la llevé con las demás, tuve suerte y aquella noche tuvo lugar una fuerte tormenta. Esa misma noche las maté y desmembré, quedándome sólo con lo que pensaba usar.

Ya lo tenía todo dispuesto, el puzzle de carne estaba terminado y pronto mi amada estaría de vuelta. Empezaron a caer rayos en la estructura que había montado cuando unas luces rojas y azules iluminaron el paisaje, la policía había dado conmigo.

Me esposaron y desconectaron mi creación, la cual juraría que funcionó, pues me pareció ver al cuerpo perfectamente idéntico al de mi hermoso amor moverse.

Ahora espero aquí, en esta celda, a que el tiempo acabe conmigo, pero la espera es inaguantable, el deseo de reencontrarme con ella es mayor que el miedo a morir. Ya no quiero esperar más, la perpetua no es el castigo que deseo, deseo la muerte, y esta noche la encontraré.



Cuando amaneció los guardias encontraron su cuerpo inerte en la cama, 
rodeado de un charco de sangre (se había cortado las venas con el borde 
de la cama) y una nota sobre el pecho “espérame, amada mía, pronto contigo 
me reuniré, nuestro amor será eterno y no nos separaremos nunca más”.




FIN

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